Abadía de Acón

La bodega primitiva se excavó en arcilla rocosa, es una de las más profundas y amplias de Castrillo de la Vega. Aquí, durante siglos, nuestros antepasados han elaborado sus vinos de forma artesanal. En 1953 nuestro bisabuelo, Norberto Carrasco, construyó en la bodega unos tinos de hormigón y combinando sabiamente hormigón y madera logró elaborar unos vinos finos, afrutados, maduros y elegantes.

Desde entonces se ha continuado cuidando la tierra y el viñedo, elaborando vino de manera tradicional y adquiriendo los conocimientos necesarios para hacer realidad el proyecto actual. Hoy es Jose Antonio Carrasco quien ha heredado de su bisabuelo la sabiduría necesaria para gestar un gran vino, transmitiéndolo a sus hijos y nietos para que su empresa perdure.

Imaginemos un espacio, una leve colina guardada por robles centenarios y a su alrededor, hasta donde la vista alcanza, viñedos, campos castellanos, montes autóctonos de robles, encinas, jaras, sabinas, sabiamente combinados con las arboledas frondosas que acompañan el suave discurrir del Río Duero. Este es nuestro espacio. Durante siglos nos lo habían reservado nuestros antepasados y ahora hemos cumplido un sueño, nuestro sueño. Horadar sus entrañas para obtener una perfecta comunión de elementos entre diseño, construcción y la tierra que la acaricia y envuelve.

Nuestro compromiso con el medio ambiente implica el uso exclusivo de abonos orgánicos, trabajando el viñedo de forma tradicional, prescindiendo de herbicidas, pesticidas. Tras una cuidadosa selección, la elaboración se realiza utilizando los medios más modernos disponibles y se procede al descanso y maduración del vino en barricas de roble francés, americano y centroeuropeo, en función de lo que demande cada añada. Cada añada envejece en bodega el tiempo suficiente para ofrecer al consumidor un producto en óptimas condiciones para su consumo y disfrute. Es en definitiva calidad en todo el proceso lo que hace que nuestros vinos sean especiales

La forma de alimentación del terreno y de la viña, exclusivamente con abonos orgánicos, logran que cada cepa tenga una producción inferior a dos kilos, concentrando, en tan poca producción, todos los elementos minerales y nutritivos que aporta el suelo. Prescindimos de herbicidas y de otros tratamientos agresivos para los viñedos para garantizar la máxima calidad y proteger el medio ambiente. Con el mismo rigor, la recolección de las uvas se hace de forma selectiva, visitando todos los días la totalidad de las parcelas para recoger y analizar los frutos de las mismas, procediendo a su recolección según el grado de maduración de los racimos. Si el momento es óptimo y las uvas tienen más de 13º son recogidas a mano en cajas de 15 kilos de capacidad y transportadas a la bodega.

La bodega se conforma según dos volúmenes que emergen de la ladera, siendo visible tan sólo una parte de la realidad constructiva; pues gran parte del edificio queda enterrado. La elección del lugar atiende principalmente a la proximidad de los viñedos y a la topografía inclinada en dirección oeste, lo que permite una perfecta orientación de las naves en cuanto a proceso productivo basado en la gravedad, a la vez que ofrece unas impresionantes vistas a la vega y pierde identidad como edificio industrial lo cual favorece notablemente la reducción de impacto medioambiental característico de estos edificios.

Una vez recibida la uva en la bodega se deposita el contenido de cada caja en una mesa de selección, donde personal cualificado procederá a una selección más exhaustiva. Desde allí, una vez despalillada, se transporta, mediante ovis, al depósito que previamente tenga asignado, aportando a cada depósito uvas de características similares que se dedicarán a elaborar los diferentes vinos. Una vez depositadas las uvas en cada depósito se procede a una maceración fría por debajo de los 15º que dura tres días. Posteriormente, la fermentación alcohólica suele durar unos 10 días a una temperatura controlada menor de 30º. Finalizada ésta, se procede a una maceración post-fermentativa a 25º constantes y, en función de las catas que se realizan de continuo, oscilará su duración entre 8 ó 10 días. Más tarde, entre la segunda quincena de Noviembre y primera de Diciembre, de forma espontánea, el vino realiza la fermentación maloláctica a unos 22º y durará aproximadamente unos 15 días y permanecerán en los tinos durante varios meses reposando y clarificándose naturalmente.

La crianza del vino se inicia en barricas nuevas de madera francesa, especialmente Radoux Blend, americana y centroeuropea. La duración del proceso de crianza oscilará entre 5 y 24 meses en salas subterráneas especialmente diseñadas para tener, de forma automática y controlada, ventilación, humedad y una temperatura constante entre 15º y 16º. Allí se procederá, para conseguir una mayor clarificación natural, a trasiegos en barricas cada 6 meses y rellenos mensuales de la misma calidad de vino.