Las dificultades
Reconocer a ciegas los aromas es una tarea difícil para la mayoría de las personas. Esto se debe a que no estamos acostumbrados a utilizar el sentido del olfato y cuando olemos un alimento, muchas veces lo hacemos con los ojos, es decir, lo reconocemos por su aspecto y no por su olor. Por lo tanto, cerrar los ojos dificulta que la mayoría de las personas reconozcan incluso el aroma de una manzana.
El léxico
El mal uso del olfato también significa que nuestro lenguaje hablado no tiene adjetivos específicos que describan un olor. Por eso, para describir un olor tomamos prestados los adjetivos utilizados para otros sentidos (por ejemplo fresco, limpio, picante, suave, dulce) o tratamos de asociarlo con otros olores y situaciones familiares y ya sentidas (por ejemplo cítrico, especiado , terroso).
Entrenar el olfato
Es difícil identificar los olores, no porque nuestros receptores no funcionen, sino porque el olfato es un sentido que entrenamos poco y no estamos acostumbrados a asociar nombres con lo que percibimos: no es posible identificar un olor si no lo has olido previamente y si no le has puesto nombre. Pensamos por analogía en una pieza musical que todos pueden escuchar, pero solo las personas que la conocen pueden darle un título o pensar en un autor.
La experiencia
Esto significa que la memoria olfativa se puede entrenar y, por lo tanto, mejorar mucho a lo largo del tiempo con la práctica. Cuando un sumiller, o un catador, huele o cata una copa de vino, no sabe qué aromas encontrará en su interior y no puede pedir ayuda a la vista. Por eso la tarea es difícil y la formación es importante. ¿Deberíamos esperar, por tanto, que los sumilleres, tras meses y años de formación, hayan desarrollado una mayor capacidad olfativa?
Estudios científicos
Un estudio realizado en 2011 por la Universidad de Padua intenta responder precisamente a esta pregunta. Se compararon las capacidades de reconocimiento olfativo de cuatro grupos distintos de personas:
- amantes del vino (sin formación específica);
- estudiantes del curso de sumiller en el segundo año;
- estudiantes del curso de sumiller en el tercer año;
- sumilleres profesionales.
Se compararon las habilidades de los cuatro grupos de personas en diferentes ejercicios de reconocimiento olfativo. En el ejercicio más interesante, se pidió a los participantes que olieran diez diferentes olores típicos del vino (clavo, limón, naranja, plátano, menta, rosa, canela, cuero, regaliz, tabaco) y que los describieran.
Los resultados de la investigación
Los resultados confirmaron las expectativas: los sumilleres profesionales lograron una puntuación promedia del doble en comparación con los simples amantes del vino y los estudiantes de tercer año se desempeñaron un 50% mejor que los simples amantes del vino sin educación formal. Por otro lado, hubo poca diferencia entre los simples entusiastas y los estudiantes de segundo año, lo que quizás demuestra que las habilidades de reconocimiento olfativo se desarrollan con tiempos y entrenamientos más prolongados.
Más estudios
Otro estudio de 2021 realizado en América del Norte monitoreó la evolución del cerebro de un grupo de estudiantes del curso de sumiller durante un período de un año y medio. El análisis por resonancia magnética mostró, durante este período, un aumento en el tamaño del bulbo olfatorio.
Conclusión
Por tanto, no hay duda de que el entrenamiento del olfato a través de continuas catas de diferentes vinos permite un evidente desarrollo del mismo, nos ayuda no solo para disfrutar de la comida o saborear más, sino también, en algunos casos, para disfrutar de la vida. Existen también muestras de los diferente aromas (como, por ejemplo, La Nez du Vin, Taster Place, etc.) que pueden sernos muy útiles y efectivas para ejercitarnos.
Si quieres saber más sobre los aromas del vino pincha en nuestro articulo.
Si te interesa profundizar el tema de la cata del vino pincha aquí.