Catar un vino
Catar un vino no es beber: catar es un trabajo, es llevar un vino a nuestros sentidos, analizarlo y valorarlo de la manera más objetiva posible, es decir utilizando siempre las mismas copas, cantidades, temperaturas, luminosidad, etc. sin olvidar que cada individuo es distinto y su percepción puede ser diferente.
Catan el enólogo, el sumiller, el juez de un concurso, etc. Beber, sin embargo, es disfrutar del vino e intentar mejorar las sensaciones que nos transmite a través de temperaturas distintas, copas diferentes o un maridaje adecuado.
Las Condiciones del Vino
Ya que no somos profesionales, es decir que no tenemos que hacer una valoración con un fin que no sea otra cosa que el disfrute del vino, intentemos catar los blancos jóvenes entre 6-10ºC, los blancos con crianza y los rosados entre 10-12ºC, los tintos jóvenes de 14-16ºC y los tintos con crianza en barrica entre 18 y 20ºC. Es preferible utilizar copas de cristal con tallo alto y forma de tulipa.
Puede ser interesante la lectura del artículo que hemos dedicado a las diferentes formas de copas para beber el vino. Nos permite comprender la importancia de la copa para que el vino pueda expresar todas sus características y propiedades.
El Examen Visual
La primera valoración que se hace en una cata de vino es su aspecto: se tendrá que determinar no solamente el color y sus matices, por ejemplo, rojo rubí con reflejos morados, sino su brillantez, vivacidad, capa de color, limpidez, etc.
Un vino con un color apagado puede querer avisarnos de algún problema, así como un vino blanco que tiene un tono oscuro y anaranjado nos indica una oxidación. Intentad siempre examinar el vino teniendo un fondo blanco y posiblemente con luz natural.
El Análisis Olfativo
En una cata de vino hay dos maneras de oler el vino: la primera es la directa, es decir a través de las fosas nasales y otra es por vía retronasal, cuando el vino está en nuestra boca.
Antes olemos el vino sin mover el líquido, a copa parada, y después repetimos la operación agitando con movimientos rotatorios el vino e inclinando la copa de manera que se desprendan más moléculas volátiles y se puedan captar más aromas. No hay que detenerse más de 3-4 segundos cada vez, para evitar que nos acostumbremos al olor y después no lo podamos detectar.
Saber detectar los aromas es cuestión de práctica, catar mucho, tener memoria olfativa y, por supuesto, conocer los olores. Por esta razón, existe “La Nez du Vin”, un conjunto de frasquitos con todos los tipos de aromas presentes en el vino y que nos puede ayudar a familiarizarnos con ellos.
Acompaña este conjunto de aromas un libro con el que Jean Lenoir pone al alcance de profesionales y aficionados del mundo del vino, una serie de conocimientos sobre los aromas, con un lenguaje sencillo y directo y que ha seducido a todo aquel que buscaba ampliar sus conocimientos y registros sobre el vino.
En un modo sencillo manera, hemos descrito los aromas del vino en el artículo titulado “Los aromas del vino, qué son y de qué dependen”. Os aconsejamos la lectura para una mejor comprensión del argumento.
En boca: gusto, olfato y tacto
Cuando hablamos de boca, pensamos siempre en el sentido del gusto, pero intervienen también el olfato y el tacto. El gusto depende de las papilas gustativas en la lengua y detectan dulce, salado, ácido, amargo y umami (este último más propio de la cocina oriental).
Por vía rinofaríngea (retronasal) captamos otros aromas (olfato) y gracias al nervio trigémino (tacto) detectamos texturas, temperaturas, picante, astringencia (de los taninos), etc. Cuando tengáis el vino en la boca, hacedlo pasar por todos los lados; si podéis, dejad también pasar un poco de aire a través de los labios y, una vez tragado, valorar la persistencia.
El Final y el Posgusto
Hemos llegado al final de la cata del vino. Cuanto más largo al final, es decir, más persistente, mejor es el vino. Un vino que desaparece en seguida, una vez tragado, es un vino de poca calidad. Hay veces que estas sensaciones tienden a cambiar hacia el final, en este caso decimos que existe un posgusto o retrogusto, que puede ser agradable o revelarnos algún defecto.
La Valoración del Vino
En conclusión, un vino es bueno cuando nos gusta, y esto está muy claro. Pero también hay parámetros de calidad que podemos considerar “objetivos”, es decir, un vino con un color límpido y brillante, con una nariz rica de aromas (un día hablaremos de los diferentes aromas), una boca compleja y un final largo y persistente, son todos elementos de un vino de calidad.
Los vinos que proponemos en EnoValencia poseen características singulares y propiedades únicas fuertemente relacionadas con el territorio de producción, las variedades autóctonas y las técnicas de vinificación y afinación aplicadas por las diferentes bodegas que hemos cuidadosamente seleccionado. Podéis encontrar nuestras propuestas en la tienda online y nos gustaría recibir vuestros comentarios y sensaciones tras la cata de nuestros vinos.
Otro consejo útil para mejorar vuestra experiencia en este fantástico mundo del vino es que no os perdáis los eventos que organizamos y que tienen como denominador común nuestro gran protagonista: el vino. Estad al tanto consultando la sección dedicada a los eventos o comunicadnos vuestro correo electrónico para recibir las notificaciones acerca de lo que vamos organizando.